El encuentro había sido precalentado desde varios días atrás. Rafael llevaba la cabeza como una jaula de grillos después de haber escuchado a su mujer sumiso como un gato de Angora. Entró en aquella casa como un poseído, como un animal herido, como un perro rabioso buscando una presa donde saciar su maldad y la encontró. Sentada en su silla de enea de siempre, Carmen cosía los agujeros de un calcetín gastado por el tiempo. La sonrisa que asomó a sus labios al verle se tornaron lágrimas que salían de su corazón al recibir de Rafael una tronada de insultos y sentencias firmes, de amenazas descerebradas para que dejase en paz a su mujer, para que no se mofase más de ella.
Carmen intentó levantarse para pedirle una explicación pero lo único que consiguió fue un empujón que la dejó sentada en el suelo. Rafael salió triunfador de la casa, buscando la mirada de su esposa que la esperaba en su coche. La besó y la miró con esos ojos sumisos que siempre le regalaba cuando hacía algo que ella le imponía.
Sólo cuando Carmen abrió la puerta para despedirlo, como hacía siempre, Rafael sintió que aquella mujer que lloraba desconsolada era su madre.
Cuantas historias de calzonazos (que no hornazos) habrá por ahí escondidas. No hay mayor pena que dedicar tu vida a criar unos hijos ingratos.
ResponderEliminarTu sensibilidad sale a relucir en cada uno de tus relatos.
Besos.
Me ha dado mucha pena leer tu relato.
ResponderEliminarSupongo que puede llegar a pasar.
Crudo y como te pasó a ti con el hornazo, me sentó como un cornazo.
:O Wow!
ResponderEliminarEsto lleva pasando desde que el mundo es mundo... Hay varios refranes populares que aluden en cierta manera a la relación entre suegra y nuera: "Para que suegra y nuera se quieran, un burro debe subir la escalera" y en relación del poder de la mujer sobre el hombre: "Pueden más dos tetas que una carreta". Yo pienso que la rivalidad que algunas veces se produce entre la suegra y la nuera es el caldo de cultivo ideal para intentar minar la mente, casi siempre, del marido. Al fin y al cabo, madre no hay más que una, y tu mujer por mucho que la quieras siempre es sustituible. Es muy triste y doloroso que se produzca por parte de un hijo este maltrato y desprecio.
ResponderEliminarUn cariño grande para tí.
Me he quedado impactada por el relato...es muy doloroso que un hijo trate así a una madre...y por una mala mujer sin sentimientos y pensar que hay hombres así por ahí...la sumisión me asquea tanto en hombres como en mujeres...que vacía tienen el alma...excelente relato amigo mio, un abrazo...
ResponderEliminarHermoso relato.
ResponderEliminarTe invito a conocer mi página de humor oficialista
la brevedad de este relato no ha obviado ni un matiz, qué bien escrito y como se refleja la realidad de muchos hombres entre las dos mujeres de su vida, la madre y la esposa.
ResponderEliminarEs triste que ocurran estas cosas...
para ti un fuerte abrazo Tomasson, con todo afecto amigo