- Te parecerá mentira si ahora te digo que mi padre está orgulloso de venir a buscarme a prisión. No sabes el revuelo que ha levantado la noticia en la calle. Lástima que no pueda llevarte conmigo porque has sido mucho para mí.
Juan hablaba a un dibujo que él mismo había fabricado con saliva y migas de pan. Lo tenía en la cabecera de la única cama que habitaba en aquella celda. A su compañero le llamaba Alfred porque de pequeño se enganchó a las películas de Hitchcock. Aquel monigote que colgaba de la pared había escuchado más de mil veces las ridículas historias que su compinche de habitación le había contado. Si ese ser inanimado hubiese tenido la posibilidad de correr lo habría hecho sin dudarlo un solo minuto, como ya le había sucedido a otro ser, esta vez animado, que colocaron junto a Juan en la misma mazmorra. Aquel tipo duró sólo una noche. Tuvo que tener la correa suficiente para no dejarse enloquecer más aún y por la mañana pidió que le trasladasen. Como escusa le dijo al director del manicomio que “aquel chiflado había estado toda la noche hablando de pájaros que atacaban a las personas, de un asesinato en una ducha o de la persecución de una avioneta a un hombre”.
El director del sanatorio mental entró en la habitación de Juan en la misma mañana. Antes si quiera de mirarlo a la cara comenzó a insultarlo y a maldecirlo. No podía ser que aquella celda se quedara siempre vacía por su culpa, por sus estupideces peliculeras y por su obsesión por Hitchcock. Se sentó sobre la cama mientras Juan permanecía en el rincón junto a la ventana, en cuclillas y cubriéndose la cabeza mientras en voz baja y titubeante repetía “no lo hagas, es el director”.
En la tarde encontraron al director muerto en la celda de Juan. Un cuchillo estaba clavado sobre su cuello. En el mango del cuchillo restos de migas de pan aún permanecían húmedas.
impresionante entrada.
ResponderEliminarme encanto.
felicidades x un blog tan bueno
un saludo te dejo el mio http://culturamusicaldelxebas.blogspot.com/
Obsesiones mentales, desequilíbrios y perturbaciones... Cuando nuestro cerebro se enferma podemos ser capaz de cualquier cosa, inclusive crear una realidad paralela para adaptarla a nuestros intereses inmediatos.
ResponderEliminarRecibe todo mi cariño Tommy.
Muy buen relato...saludos para ti.
ResponderEliminarSigue dejandonos con la boca abierta...un saludo.
Muy bueno Tomás! Suspenso,un aire gris, contradictorio para mí entre alejarse de un mundo que duele y sin embargo el dolor de todos modos hacia los que están fuera de todo y sobre todo,de sí mismos, y ese final que abre todas las posibilidades.
ResponderEliminarBeso.