Orto
al sufrimiento de la agonía
encerrada en las
palabras,
palabras vacías y sucias que manchan sus labios,
esos labios secos
que nunca dejaron volar sus besos
al viento de la mañana, fresco de muerte.
Fuego en la boca del arma
que dibuja el final de una existencia.
Orto
en los ojos de la expiración,
disfrazada de azul
que desvanece los pensamientos alados
de las muchachas silenciadas.
Ocaso
de las vidas llenas de vidas,
de las ideas encerradas
en jarrones sin flores,
del regocijo de las
almas
que buscan su libertad
y de los cuerpos que yacen,
salpicados de rojo,
tendidos en el negro de la carretera.
Ocaso
al amanecer del día.