viernes, 11 de junio de 2010

A un centenario abuelo

Ni siquiera el testigo principal pudo decir en su declaración que aquel escrito que había enviado el abuelo de Tomás era verdad. Ese viejo papel versaba de cómo el abuelo, cuando era soldado, esquivó las balas en la batalla del Ebro, de cómo vio la muerte tan cerca que casi le alcanza y de cómo se las ingenió para largarse de una guerra que no era suya. Fueron casi setenta años los que pudo ocultar aquella treta, alegando alergia a una plaga casi mortal cuando simplemente se untó el líquido viscoso de una pita por su cuerpo. Aquello le sirvió para seguir viviendo, casi hasta los cien años, estar con los suyos y ser marido, padre, abuelo y bisabuelo ejemplar.

Cuando el juez militar escuchó las partes denunciantes y denunciadas sentenció: Declaro al acusado culpable de querer vivir.